Autobiografía Desde Una Perspectiva Filosófica…

Fecha: 01 de diciembre de 2004.
Asignatura: Proyecto final de la clase de Filosofía, got a 100%.
 Autobiografía Desde Una Perspectiva Filosófica.
Nací un 11 de diciembre, sagitariana. Lo que brevemente significa que eventualmente me convertiría en una persona libre, independiente, abierta de mente, pensante, creadora de mis propias ideas, que añora la soledad y vive cada día como si fuese el último. O por lo menos eso fue lo que mi mamá leyo al verme nacida bajo ese signo. Veite años después, se dio cuenta que iba a ser así.
Fuí bautizada bajo la religión Católica Romana Apostólica. En aquel momento si hubise tenido la libertad de  hacerlo, probablemente hubiese dicho que no, ya que desde pequeña he tenido la habilidad para protestar todo hasta entenderlo por completo. En ese momento, no entendía, pero aún así, crecí en un hogar donde lo valores, la moral y la dignidad humana, era sumamente importante.
De mis años como infante no vive ni un sólo recuerdo que pudiese convertir en una historia, pero sí puedo cerrar mis ojos y verme pequeña, frente al árbol de navidad, parpadeando al igual que las luces que lo adornaban. También a toda mi familia junta, y yo, observando o provocando. A veces algún olor me lleva a algún recuerdo que inmediatamente no poedo asimilar, pero sé que es parte de mi historia.
Me criaron en un hogar completamente “unido”, un poco fuera de lo común, pero unido. Mi padre, amante a la música y la lectura, introvertido, chistoso, explorador y abierto de mente. Mi madre, amante a la decoración, extrovertida, poco sentido de humor, no aventurera y cerrada de mente. A veces me pregunto que vieron uno en el otro para enamorarse. Yo salí a mi papá. Ambos compartimos nuestro amor por la música, el arte y la lectura. Es la persona que más admiro en este mundo. Sabiéndo como soy, él me dio la potestad para escoger mis creencias y aprender de la vida de la manera correcta, cayéndome y aprendiendo a levantarme nuevamente. Me enseñó que cuando uno se cae, y está en lo más profundo de ese hoyo, es cuando verdaderamente maduramos y realizamos quiénes somos realmente. Aprendí ésto muy pequeña.
A los cuatro años fuí ingresada en la Academia San Agustín y Espíritu Santo de Sabana Grande. Estuve allí hasta que me gradué de sexto grado en el 1995, fueron los mejores años de mi vida. Ahí desde pequeña participaba en todo: obras de teatro, “talent shows”, oratorias, “spelling bees”, veladas de navidad, en fin, no hubo ni una sola actividad en la cual yo no participase. Me encantaba el arte desde pequeña y solía dibujar y pintar mucho. Me atraían las pinturas de Picasso, Van Gogh, Da Vincci. Eran los colores y la historia secreta trás cada una. También mi atracción por la lectura fue creciendo de libros de cuento a novelas y libros con un poco más de escencia. El primer libro que me leí, me acuerdo como hoy, fue “El Profeta” de Kahlil Gibran y, hasta el día de hoy, lo considero “Mi Biblia”. Me enseñó a ver todo de una manera diferente, a respetar a las personas y sus creencias, que por más locas o absurdas que fuesen, seguirían siendo sus creencias y las creencias de una persona son una parte sumamente personal.
Cuando me gradué de sexto me movieron a un colegio llamado Colegio San José en San Germán. Es un colegio sumamente estricto y sumamente católico. Desde un principio, no encajé. Se me hizo difícil aceptar tal cambio  y justamente cuando comenzaba a acostumbrarme, mis padres me dieron la noticia de que nos mudaríamos a los Estados Unidos por un año. Pensé que sería lo peor que me pudiera pasar, pero luego, la vida me enseñó lo contrario.
El 6 de septiembre de 1996 mis padres, dos hermanos, mi perro y yo, empacamos nuestras maletas y fuimos rumbo a Corvallis, Oregon, mi hogar por el próximo año. Tan pronto pisé tierra, me sentí como dentro de una película de cine. Todo era diferente a Puerto Rico. Anteriormente, había ido una vez de visita, pero esta vez, fue diferente. Fue uno de los mejores años que he pasado. Todo me parecía nuevo, fue como volver a nacer y justo cuando me estaba acostumbrando el tiempo se acabó y regresé a Puerto Rico, dejando atrás todo lo que viví en ese tiempo y espacio determinado.
Volví a ingresar al colegio en donde estudiaba previamente y me tocó la sorpresa de tener que volver a acostumbrarme a todo nuevamente. Todos ya habían cambiado, y yo me sentía igual, con un poco más de sabor acerca del mundo y la gente, pero igual. Al pasar de los años de escuela superior, realizé que ya no era la misma. Discutía con los profesores por diferencias de opinión. Nunca me ha gustado que me impongan nada ya que soy libre de pensar las cosas a mi propia manera y entender. También ingresé a la Escuela Libre de Música. Luego me tocó vivir la experiencia más horrorosa, perder a una de las personas más importantes de mi vida y a mi mejor amigo. De la manera más injusta y en un suspirar, se fue a nueve días de mi quinceañero, y yo, me fuí de este mundo y no regresé hasta después de seis meses.
Crecí, pensé, sobreanalizé y me ví obligada a tener que entender el por qué de todo ésto. Le eché la culpa a todos cuando al final ningunos la tenían. Aprendí que si la vida se acaba es por que tiene que pasar. Que las cosas pasan por una razón y que no existen las coincidencias ni los accidentes. Que no se acaba aquí por que, aunque nuestro cuerpo ya no dé vida, nuestra alma sí lo hace. Y maduré mucho antes de lo debido y aprendí antes de tiempo algo, que por la desición de alguien, me tocó aprender.
Me gradué de la escuela superior llevándome a mis amistades más cercanas e ingresé a la Pontificia Universidad Católica de Ponce y luego me cambié a el recinto de Mayagüéz. Estudio mercadeo con fines de irme a otro país a estudiar diseño de modas. Soy ambisiosa, tengo una meta por cumplir. Me encanta el arte y todo lo que sea la creación junto a la imaginación. Todavía dibujo y pinto.
En fin, que más puedo decir de mi vida filosóficamente. Te puedo decir que para los pocos años que he vivido, le doy gracias a Dios por haberme permitido aprender de la manera debida, viviéndo cada momento como si fuese el último y apreciando y no pasando por alto todo lo que me rodea. Aprendí a no arrepentirme de nada ya que uno aprende de sus errores y gracias a esos errores, yo soy quien soy y (créeme que) no me arrepiento de eso. Aprendí que uno debe aceptar y respetar a las personas por quienes son verdaderamente. Aprendí a tener una mente abierta para poder estudiar y absorber todo lo que me rodea. Aprendí que las religiones no existen, pero las creencias, la fé, los valores, la moral, el respeto, la confianza, el amor, la amistad, la vida, la muerte, las almas, los espíritus, lo negativo, lo positivo, lo bueno, lo malo, las leyes y la libertad, sí exixten. Aprendí que encontrar una persona que te acepte por quien tú eres, es una ocurrencia rara y, de encontrar a esa perosna, nunca dejarla(o) ir, por que esa persona podría terminar convirtiéndose en tu mejor amigo(a). En fin, aunque piense que la vida me ha llevado por caminos que me han hecho pensar que he madurado, aún no he aprendido nada.



Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...